martes, 1 de octubre de 2019

Reformar la salud: muchas propuestas, muy pocas soluciones



Aunque es cierto que el sistema de salud en Colombia ha tenido evidentes logros, también presenta serios problemas. La ciudadanía no cree en él y sus principales actores no se ponen de acuerdo ni con lo que pasa ni con las soluciones. Avanzar requiere sensatez, consensos, recursos y el liderazgo del Gobierno.

El sistema de salud en Colombia no goza de buena percepción: más del 70 por ciento de la población está insatisfecha; hay una acumulación de deudas que hoy suman más de 5 billones de pesos y mientras tanto el conflicto entre pacientes, médicos, clínicas, aseguradores y Gobierno es intenso y permanente. Todos creen que son la solución y ninguno que sea parte del problema.

Por supuesto no se pueden desconocer sus logros en materia de salud pública, financiación, cobertura y acceso a los servicios, especialmente para los más pobres y vulnerables. Pero los tiempos cambian junto con las necesidades y expectativas de la gente sin que sea posible seguir viviendo del pasado.

Algunos creen que no pasa nada y que la evolución natural del mercado lo resolverá todo, como por obra y gracia del espíritu santo. Otros proponen los obvios atributos de un sistema de salud como la solución: sostenible, equitativo, centrado en el paciente, con calidad y calidez, algo con lo que nadie está en desacuerdo, pero que en la práctica no conduce a ningún lado donde lo concreto brilla por su ausencia.

También surge el nuevo “derechismo” que considera la salud solo como un derecho sin obligaciones y como responsabilidad del Estado, donde por ejemplo, es cuestión de “justicia social” adelgazar sin dejar de comer ni hacer ejercicio, o tener un hospital en cada esquina para atender las consecuencias del consumo de alcohol y la violencia. El negocio de la enfermedad no es la solución.

Es así como unos prefieren la comodidad de dejar las cosas como están y otros proponen lo obvio en un intento para quedar bien con ‘Dios y con el diablo’, al final mal con todos. Los nuevos ‘derechistas’ generan indignación social con el dolor de la enfermedad y la muerte que utilizan como herramienta para hacer proselitismo político, donde importan más sus intereses que el de las comunidades.


Mientras cada quien crea que tiene la razón, no reconozca y además deslegitime al otro, o utilice la salud para conseguir votos, no habrá solución. Se necesita voluntad política de todos y liderazgo del Gobierno para construir mínimos consensos en torno a lo fundamental, que incluye una financiación adecuada del sistema y la corresponsabilidad de los ciudadanos. El sistema de salud es uno e indivisible donde no es posible que nadie pueda salvarse solo.

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