Entiéndanse por misión
médica el personal de salud, sus instalaciones, las ambulancias, pacientes y
familiares, los símbolos que la representan (como la cruz de color rojo), los
atuendos propios de su personal (batas blancas) y los principios y normas que enmarcan
su ejercicio, que tienen como finalidad brindar servicios de salud.
En el mismo sentido, los
principios fundamentales que rigen su ejercicio son la neutralidad, entendida
como la no pertenencia o simpatía manifiesta con ningún bando o interés en
disputa, y el especial respeto y protección de la condición de indefensión y
vulnerabilidad física y psicológica de pacientes y familiares.
No obstante su carácter
humanitario, algunas personas hacen proselitismo con testimonios de dolor de
pacientes o familiares, con información del historial clínico y con fotografías
de enfermos. Incluso llegan a utilizar las instalaciones de salud para difundir
sus ideas, aprovechándose de la condición de vulnerabilidad de las personas
allí presentes, en especial de su inconformismo al no satisfacerse todas sus
expectativas. La realidad es que la ciencia médica (en Colombia y el mundo)
muchas veces no puede responder como la gente quisiera.
Aunque estas personas
justifican sus acciones diciendo que es para denunciar supuestos atropellos
contra el derecho a la salud, en la mayoría de los casos también lo hacen para
conseguir adeptos a su causa, lo cual es completamente inaceptable en el
escenario de los servicios de salud, cuya única finalidad debe ser el atender a
los pacientes.

No se trata de que no se
critiquen los servicios de salud ni de desconocer o minimizar sus falencias.
Tampoco de obstaculizar a quienes las denuncian ni de ocultar a sus
responsables. Por supuesto que hay que hacerlo, y esta es una labor a la que
todos, sin excepción, deben contribuir. Lo que sí es cuestionable es utilizar
la misión médica para fines diferentes de los establecidos en su naturaleza
humanitaria. Hacerlo desvirtúa su esencia neutral, socavando la confianza de la
población. Por ende, el proselitismo en el contexto de los servicios de salud
debería ser considerado una violación de su neutralidad y prohibirse.
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